22/4/12

EL FINAL DE UNA ETAPA...

Me hace gracia ver esa foto porque hace de ella treinta y seis años. Justo el tiempo en que uno ha desarrollado una buena parte de vivencias que conforman una forma de ser. Es una foto en la primera sede que tuvo el Partido Socialista en La Rioja tras la larga noche de la dictadura de Franco. Era muy joven, los socialistas éramos, lógicamente, clandestinos y uno tenía toda la ilusión del mundo en cambiar las cosas y recuperar esa maravilla que llamamos libertad y que algunos necesitamos para soñar con esa otra quimera que a uno lo marca desde que nace y que llamamos igualdad. Recordando uno es consciente de que nadie lo metió en aquel viejo Partido Socialista que intentaba recomponerse a principios de 1976, cuarenta años después, y que fue mi propia voluntad la que me llevó a él. Cuando había vuelto a Logroño seis meses antes me costó encontrarlo porque los contactos que uno traía de la Universidad, con demasiada frecuencia desaparecían de la vida normal, muchas veces a través de detenciones y silencios obligados. Un tiempo lleno de ilusiones y sin más ambición que la reconquista de nuestras libertades, donde aprendimos a movernos con discreción pero ya sin miedo (bueno, yo sí y nunca lo he negado) y a hacer el lógico proselitismo en condiciones difíciles, fundamentalmente en tu ámbito laboral, social y hasta en tus horas libres. Es ahí donde uno descubre que cuando militas en un partido te ponen el sello, que parece que dan con un carnet con cuotas adhesivas, de “a tiempo completo”. La verdad es que si tienes estas ideas lo llevabas con total comodidad, tú eras eso que ahora se llama “el aparato”, y veías miradas primero de recelo, luego de sorpresa y en muchas ocasiones de odio y amenaza, pero con un convencimiento que contagiaba y lo notabas. Algo se torció en aquel largo y duro recorrido de conquistar las libertades, la democracia y en relativamente poco tiempo el poder, todo el poder, municipal, regional y estatal. Yo nunca fui consciente de que gobernaba, una ciudad en mi caso, porque apenas nada había cambiado en mi vida excepto la responsabilidad y ni eso, tenía otra pero cuando ingresé en el Partido y en la UGT éramos tan pocos que no tenías más remedio que asumir responsabilidades orgánicas en algún ámbito…seguía en mi piso de alquiler, trabajaba en mi farmacia con compañeros bastante cómplices, y ya no tenía apenas tiempo libre. Digo que algo se torció porque en la vida interna del Partido tener que gobernar para todos empezó a despegar a muchos los pies del suelo y aún no sé muy bien por qué pero se nos empezaba a notar y empezaron las primeras divergencias internas. Fue en diciembre de 1988 con la Primera Huelga General de la democracia cuando uno notó que estábamos cambiando, el poder nos estaba cambiando y no estoy seguro de llevar toda la razón en aquellas primeras divergencias internas que enfrentaron al Partido y al Sindicato. Pero de lo que estoy absolutamente seguro es de que hice lo que creí más justo y la apoyé. Quizá desde entonces uno ha ido descubriendo que cada vez tiene más compañeros dentro del Partido Socialista pero nada más. Y uno se da cuenta que el poder obliga a lo que uno deja que le obligue pero que en el fondo hay una voz que te habla muy claro de que aquello no es más que un medio para hacer cosas y nunca un fin en sí mismo. En sí mismo no es nada. Título, apariencia y, si te lo crees y eres como debes de ser, una responsabilidad que pesa y te hace dormir mal y descansar poco. Desde que llegas sabes que es momentáneo y luego te tiras, como en mi caso, doce años trabajando hasta el tiempo que no tienes por unas siglas que quieres pero que empiezas a sentir como una losa. Pero tiene compensaciones…tu pueblo. Lo ves que mejora, que los niños tiene escuelas decentes, abres universidades, llevas la cultura del conocimiento y la expositiva a la gente que nunca tuvo acceso a ella y no te has separado de él…sigues haciendo tu vida…hasta que dejas esa responsabilidad y con ella las sonrisas obligadas , las palmaditas en la espalda pero una buena dosis de cariño en la gente que, ya te llevas puesta para siempre. En estos treinta y seis años yo sabía, a partir de determinado momento que yo no iba a acabar en una organización que cambiaba con los tiempos, y se veía, cada vez más influenciada pro los oropeles y los medios, que por el fin para el que nació. En algún momento lo olvidamos. En algún momento permitimos que las formas cambiasen el fondo y no nos dimos cuenta que ese CAPITAL, ese poder omnímodo contra el que nos crearon nuestro viejos fundadores para combatirlo nos estaba seduciendo a todos en todos los rincones y nos alejamos de nuestros principios… Sutilmente crecieron las disputas internas en la misma medida que nos alejábamos de nuestra base electoral, nuestro pueblo, para desatar el peor enemigo de una organización como la nuestra: la ambición personal. Y es el peor enemigo porque atenta contra nuestra propia esencia, la generosidad de nuestro esfuerzo para que no nos influya y un día, cualquier lejano día, podamos ser todos tan iguales como nuestra libertad y capacidad nos permita. Cuando ves dentro la ambición desatada es fácil que asome la maledicencia, la difamación, la calumnia y , finalmente, el enfrentamiento…hasta el punto que descubres que los árboles nos impiden ver el bosque y te paras y no reconoces donde estás. Pues bien , con todo e incluso con nuestra condición humana uno ha convivido con gente tan ejemplar en todo, con compañeros tan entrañables, con amigos que se dejarían cortar un mano por ti que uno no puede sino sonreir con tristeza. He tenido tiempo de conocer a las últimas generaciones de socialistas y compañeros recién ingresados en el partido y enorgullece ver que despiertas cariño y admiración. Creo, sinceramente que he sido todo lo leal que he podido a esta organización y a su gente. Trabajé todo lo que pude y casi siempre muy a gusto y por lo que creía , hasta el final, hasta la última asamblea…y sé de sobra que he discrepado con muchísima gente pero sólo me he enfrentado al adversario común, la codicia, la explotación y el despotismo del dinero y el Capital. Quizá con más fuerza desde que a través de la Cooperación Internacional conocí los estragos que causa en los rincones del mundo… Es obvio que llegué al Partido Socialista por propia voluntad y nunca dejaré de pensar como socialista en mi vida, reconozco que he estado en demasiados desacuerdos internos y entiendo que siempre se han respetado mis posturas. Quizá por todo eso uno observa que cuando mayoritariamente este Partido toma un rumbo con el que no está de acuerdo ni cómodo pero es la voluntad soberana de sus miembros, cuando uno siente que ha llegado al final de una etapa. No es difícil de entender. Un abrazo a todos y especialmente a los compañeros y amigos que dejo en él, que son muchos…sólo es una etapa en la vida de uno y seguro que nos volveremos a encontrar en la lucha , que naturalmente uno nunca piensa abandonar, por un mundo justo.

3 comentarios:

©JAFerrandez dijo...

Nano, no hemos tenido oportunidad de trabajar juntos aunque si lo hayamos hecho al mismo tiempo y en la misma institución. Yo desde el año 1982 cuando reorganizamos la Seccion Sindical de UGT en el Ayuntamiento y tu eras concejal. Eres de los socialistas que me han inspirado durante todos estos años y que me han imbuido de suficiente ideología para contrarrestar los vicios de muchos otros. Desde esa cierta distancia vecinal entiendo que tu decisión es más vital y oportuna que otra cosa. ¡Que te vaya bonito!

cibersocialista dijo...

Gracias Jose, no es dificil de entender...espero que cambien por el bien de todos pero no es fácil, es ese periodo intergeneracional y de asentamiento democrático en el que tienen todo el derecho del mundo a acertar o equivocarse.Los que me conocen bien, y tú me conoces (y además coincidimos mucho), saben que es una decisión seriamente tomada...y con tiempo.

alegrias dijo...

Lo entiendo, te entiendo.. pero me entristece terriblemente.
Ya hablaremos.
Un beso